«Ay,
mierda. ¡Ay, mierda!» pensó Britney
Smith cuando su Smirnoff se le resbaló entre los dedos y cayó al suelo en el
callejón, treinta metros más abajo.
El
estallido de la botella se le antojó amortiguado por el pum pum de la
ensordecedora música que retumbaba incluso aquí arriba en esta sucia azotea. «Si me
resbalo, ni todas las canciones en California van a “amortiguar” mi caída.»
Tenía
razón. Un paso en falso y su cuerpo de protagonista de serie juvenil quedaría
destrozado, su cara angelicalmente seductora quedaría irreconocible, su cabello color arena hecho un pegoste sanguinolento.
—Brit,
no —suplicó Emily, una chica cachetona de cabello corto y mechas púrpuras.
—Shhh
—dijo Brit sin voltear. Ya tenía bastante con su propio coctel de vértigo y
adrenalina, como para también lidiar con el colapso nervioso de su mejor amiga.
—Cuidado
—gritó una muchacha menudita de ojos verdes llamada Jennifer.
Estaba
teniendo cuidado. Todo el que podía con las venas bombeando vodka en lugar de
sangre.
«Y tendría más cuidado si se callarán de una maldita vez.»
No
era sencillo mantener el equilibrio mientras cargaba una maloliente pelota de
ropa enmarañada y caminaba sobre la inestable tablita que unía esta azotea con la
del edificio de al lado.
—Está
loca —murmuró Emily preocupada.
«¿Loca?»
pensó Brit encorvando la espalda y doblando un poco las rodillas para ganar
estabilidad. «Puede ser...» Después de todo, Brit no podía negar haber estado
internada en un manicomio el año pasado.
—Estás
loca —dijo Alicia, la otra chica que las acompañaba, y a quien apenas conocía.
—Insúltame,
pero sé más original.
—¡Estás borracha! —insisitió Alicia.
—Y
menos obvia, muchas gracias —Brit sacudió la cabeza y maldijo por lo bajo—.
Joder.
Pronto acabaría todo.
Solo tenía que llevar los hediondos zapatos deportivos, el par
de vaqueros, los calzoncillos y la terrible imitación de franela Adidas
hasta el otro lado y… «Jaque Mate, pendejo.» Brit sonrió. «Te enseñaré que no, es NO.»
Algo
cruzó como una saeta en el callejón y, sin quererlo, Brit miró hacia abajo. Todo
le dio vueltas. Vio como carros, edificios y postes se movían y regresaban al
mismo lugar una y otra vez.
—¡Brit!
—gritó Emily.
«Estoy
bien» pensó sin lograr decirlo en voz alta.
—¡Brit!
¡B! —se unieron a coro las tres muchachas sonando desesperadas.
En
seguida Brit supo por qué.
Verle
ahí, desnudo excepto por sus calcetines, con la sangre en hilos resbalando por
su frente, le arrancó un escalofrío. Si bien Paul Milton no era alto o
fornido, su espalda ancha y tatuajes compensaban lo suficiente como para hacerle
amenazador.
«Y
no es que su mirada asesina ayude.»
—Me
devuelves mi ropa… —apretó el puño—. Te devuelvo tus dientes.
Todo
se volvió muy vívido. La borrachera y el resabio ácido de las náuseas se
desaparecieron de repente. «La venganza es un plato frío, pero si tardas
demasiado en comerlo…» Miró hacia abajo y tragó con dificultad. No podía pensar
en eso ahora. Tenía que mantener la calma.
—No
eres muy bueno negociando, ¿verdad?
—Bájate o te bajo —amenazó Paul con una sonrisa torva en sus labios.
—Paul...
—suplicó Emily, hasta que Paul la calló de un golpetazo.
La
cachetada fue tan fuerte que Emily cayó de nalgas en el suelo. Alicia se agachó para ayudarla, mientras que Brit temblaba de impotencia
a medio camino entre los dos techos. Lo había jodido todo. Como siempre.
—Tú
cállate, y tú... —señaló a Brit— dame mis vainas.
Paul
tomó entre sus manos la tablilla sobre la que Brit estaba parada y la sacudió.
Si quería asustarla o matarla, no lo supo; pero el espasmo de la madera bajo
sus pies fue suficiente como para obligarla a caer de rodillas.
«Ay,
mierda. ¡Ay, mierda!» pensó Britney
sobrecogida al aferrarse a la tablita con todas sus fuerzas para no acabar
hecha pedazos en el callejón, al igual que su botella de Smirnoff.
Continuará...
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Entérate
este jueves 08 de agosto cómo continuará esta historia. Y comienza a descubrir
qué relación guarda Brit (una típica chica de secundaria) con Lucas (el responsable
del apocalipsis venidero).
El Infierno de los Suicidas por Christian Nava se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
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