Una mancha roja
cubrió el sol, el mar, y una pequeña casita en la pradera.
Víctor levantó el pie
al escuchar un crac bajo su zapato, y
vio que uno de los crayones de cera de Heather ahora parecía una pasta sanguinolenta
en el dibujo de su hija.
«¿Dónde está?»
—¡Heather! —Víctor la
llamó desesperado, una y otra vez.
Cada centímetro de su
cocina estaba como lo había dejado cinco minutos antes: Los feos gabinetes, los
trastos sucios que siempre terminaban apiñados hasta el fin de semana, la
lámpara-ventilador que había en el techo… Todo igual. Excepto por su hija. Su
hija no estaba en ninguna parte.
Antes de subir las
escaleras, Víctor fue al closet. Por un instante creyó que la vería escondida
entre las frazadas, abrazando a ‘Alfiler’, su peluche con forma de cactus.
—Son los truenos,
papi —le diría Heather.
Y Víctor entendería,
la abrazaría.
Pero eso nunca
sucedió.
Heather no estaba allí.
Víctor intentó rehuir
sus entrañas heladas y tumbó un par de cajas en la que se leía ‘Diana’, hasta
encontrar las linternas. Tenía dos. Ninguna funcionó.
—Coño —murmuró
apretando la quijada.
El enervante ruido de
la lluvia lo enloquecía, pero era cuando los relámpagos fulminaban, en medio de
un colosal desplome de truenos, que su corazón desbocado llegaba al filo del infarto.
—Vamos —masculló
mirando el inservible aparato en sus manos. Víctor presionó el interruptor con
tanta fuerza que se le clavó debajo de la uña. «Una pesadilla», dijo una voz en
su interior, antes de que estrellara ambas linternas contra el piso—. ¡Maldición!
A oscuras, subió las
escaleras de dos en dos, hasta que tuvo que detenerse y apoyarse en el pasamano.
La vieja herida de fútbol le estaba castigando la pierna.
—Heather, no estés
jugando —dijo queriendo escuchar una respuesta.
Nada.
Nadie.
Su alcoba, de por sí
cargada de ese aire triste que se respira en los funerales, le pareció incluso
aterradora. Así, con el mundo lavado de colores, todo parecía irreal y frágil.
Como si bastara con tocar una pared para que esta se deshiciera en pedazos.
Víctor miró debajo de
la cama, en el armario, detrás de las fantasmales cortinas blancas. La soledad
era sobrecogedora, absoluta. Derrotado, se sentó en la cama y negó con la
cabeza. Sin quererlo, Víctor movió la mano sobre las sábanas esperando encontrar
a su esposa.
Pero estaba solo.
Únicamente tenía a
Heather, y ahora…
—No tienes tiempo
para pensar estupideces —se dijo.
De nuevo, Víctor revisó
cada rincón de la casa. Incluso salió al patio trasero, solo para encontrar un
triciclo caído sobre la grama descuidada.
—¡Heather! —gritó a
todo pulmón.
Víctor miró a los lados
sin encontrar a nadie.
Dentro, empapado
hasta los huesos, siguió hasta el pequeño cuarto de lavado, tras recordar que hacía
poco su hija había pretendido en juego que la lavadora era su transbordador
espacial.
—Lo voy a usar para
ir al cielo y ver a mami —le había dicho Heather.
—¿Hija? —preguntó
Víctor, pero lo único que encontró fue un jean arrugado que había olvidado recoger—.
¡Aghh!
De un manotazo,
Víctor tumbó unos potes medio vacíos de detergentes, pateó una lata de pintura,
tiró al suelo el coleto, y despedazó el palo de la escoba al golpearlo contra
el marco de la puerta.
Víctor sintió un
dolor familiar en la lengua, una sed que no se calmaba con agua; así que regresó
a la cocina y masticó una aspirina. La rumió hasta que la amarga mezcla que se
metía entre los dientes lo hizo olvidar las ganas de buscarse una botella.
—Heather —murmuró.
Ya no la llamaba. Dijo
su nombre inseguro de que tuviera significado alguno, como quien se repite algo
por temor a olvidar.
De inmediato, agarró
las llaves del auto y se detuvo en la puerta. Su mano apenas y rozaba el pomo. ¿Y
si su hija estaba atropellada afuera? ¿Y si Heather había encontrado una soga y
se había ahorcado en el árbol junto al porche de los Wilson? ¿Será que su
pequeña había sido secuestrada?
Nada de eso era real.
Pero podría serlo una
vez abriese la puerta.
Y sin embargo, aunque
jamás lo imaginó, la realidad que encontraría afuera sería mucho peor a todos
sus temores.
Continuará...
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'El Infierno de los Suicidas' es una novela online gratuita que pública capítulos todas las semanas. Visítanos y descubre qué sucederá en el segundo volumen de esta historia.
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